La Isla de la Hipocresía

Es un laboratorio. Un experimento abierto a los ojos de quien quiera que tenga televisión.
El tema te puede gustar más o menos, te puede interesar o te puede parecer una pérdida de tiempo y dinero. Pero vistas las circunstancias y que el programa este año se está haciendo conocido a nivel mundial, ¿cómo no indagar?
Estamos ante un programa en el que, aún sin tener una visión completa de cómo era la relación previa de los concursantes, enseña más que suficiente como para que cualquiera con dos dedos de frente pueda reconocer comportamientos tóxicos y moralmente cuestionables.

El centro del experimento son las parejas, los concursantes. Vemos cómo hablan el uno del otro a sus espaldas, los límites que se ponen y que marcan como “imperdonables” (aunque luego algunos los saltan como si jugaran a la comba), cómo se comportan al separarse durante días sin verse ni poder hablarse, los objetos que llevan el uno del otro (collares, pulseras, peluches, etc),y como se van desprendiendo de ellos según cuánto les afecta lo que ocurre. Por no decir las reacciones que presentan al ver las imágenes de su media naranja en las fiestas (correr por la playa como si te hubiera poseído Forrest Gump). Los participantes están rodeados de gente que literalmente cobra para conseguir que “se dejen llevar”, que sean egoístas, que no piensen, y lleguen inevitablemente a romper la relación… “Es una prueba de amor muy dura”. Una prueba muy dura, sí. Pero, ¿de verdad es una prueba de amor? ¿O es más bien una prueba de moral, de lealtad y de autocontrol? Parece un Edén paródico cuyo eslogan viene a decir: “Lo mío es sentimiento, conexión real, y lo suyo es solo ‘guarreo’.” En mayúsculas y con luces neón. Frase que se repite tanto que el espectador podría pensar que ese es el verdadero nombre del programa.

Hipocresía, dependencia, venganza, egoísmo, resentimiento. Vulnerabilidad, confianza, autoestima, respeto. Lo dicho, es un laboratorio para los amantes del análisis psicológico y también para los que simplemente adoran enterarse del drama ajeno. Cada puerta de Villa Montaña y Villa Playa tiene marcada la palabra “HIPOCRESÍA”, que reluce con un brillo tóxico y fluorescente.

Me atrevería a decir que la audiencia forma parte de un experimento mayor aún. Las pruebas televisadas te llevan a comparar lo que ves con las relaciones que coexisten a tu alrededor. Te sientes en el derecho de ser un juez absoluto en la vida y relación de otras personas que no conoces de nada.
Las dinámicas de esta temporada y las problemáticas han formado múltiples debates en redes, llevando a cada uno a dejar opiniones diferentes sobre qué es tener una pareja. Pero sobre todo, qué es ser buena pareja.
Una cosa es segura: Si quieres un modelo a seguir para tu relación, no lo busques en La Isla de las Tentaciones. Es más, tómalo como un manual paso por paso de cosas que no debes hacerle al amor de tu vida.

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